Un estudio señala una relación entre la contaminación del aire y el autismo

Un nuevo estudio ha presentado resultados importantes que ayudan a comprender mejor cómo el entorno puede influir en el desarrollo del cerebro en etapas tempranas de la vida.
El estudio sugiere que la contaminación del aire que respiran las mujeres durante el embarazo podría estar relacionada con un mayor riesgo de que sus hijos desarrollen autismo.
Los resultados, basados en una revisión de las investigaciones más recientes sobre el autismo, revelaron que los niños con predisposición genética al autismo que estuvieron expuestos a cuatro contaminantes comunes del aire tenían una mayor probabilidad de desarrollar esta condición.
Los investigadores creen que estos contaminantes, al ser inhalados durante la infancia temprana o mientras el feto se desarrolla en el útero, pueden entrar en el torrente sanguíneo y llegar al cerebro. Allí, los contaminantes podrían atravesar las barreras protectoras del cerebro y provocar inflamación, lo que afecta el funcionamiento y desarrollo de las neuronas.
En las últimas décadas, las tasas de autismo han mostrado un notable aumento en todo el mundo. Un análisis reciente en Estados Unidos encontró que las tasas de autismo casi se han duplicado en niños y jóvenes, afectando aproximadamente a 3 de cada 100 niños con Trastorno del Espectro Autista (TEA).
El Dr. Haitham Amal, jefe del Departamento de Neurociencia, Señalización Celular y Medicina Traslacional de la Universidad Hebrea de Jerusalén, comentó: «Estamos tratando de entender qué podría estar contribuyendo a este aumento en los casos». Su laboratorio se ha centrado principalmente en el óxido nítrico (NO), un gas liberado durante la combustión de combustibles en los automóviles. Propone que el autismo es el resultado de una interacción compleja entre factores genéticos y ambientales.
En su estudio publicado en la revista Brain Medicine, el equipo del Dr. Haitham revisó investigaciones sobre niños con autismo, experimentos con células humanas y estudios en ratones.
Se centraron en cuatro componentes diferentes de la contaminación del aire: partículas finas (PM), óxidos de nitrógeno, dióxido de azufre y ozono.
- Las partículas finas (PM): se generan en sitios de construcción, plantas de energía y automóviles. Son entre 7 y 30 veces más pequeñas que un cabello humano.
- El dióxido de azufre (SO₂): es un gas incoloro producido durante la quema de combustibles fósiles o en el proceso de fundición de metales.
- El ozono (O₃): es un gas incoloro e inodoro que se produce en fábricas químicas y en procesos industriales basados en petróleo.
Los investigadores descubrieron que las personas con predisposición genética al autismo que estuvieron expuestas a niveles elevados de contaminación en etapas tempranas de sus vidas tenían un mayor riesgo de desarrollar la condición, en comparación con quienes estuvieron expuestos a niveles más bajos. Esto sugiere que la interacción entre genes y el ambiente puede aumentar el riesgo de autismo.
Aunque el estudio no proporciona cifras exactas, investigaciones previas de la Universidad de Harvard indican que la exposición a partículas finas en la infancia temprana puede aumentar el riesgo de autismo hasta en un 64%. Durante el embarazo, la exposición a estas partículas podría aumentar el riesgo en un 31%.
Si bien los médicos aún no están seguros de las causas exactas del autismo, se cree que entre el 40% y el 80% de los casos están relacionados con factores genéticos. Por lo tanto, las personas tienen más probabilidades de desarrollar autismo si hay antecedentes en su familia inmediata.
El equipo del Dr. Haitham todavía no tiene una explicación completa de por qué la contaminación se relaciona con el autismo, pero han propuesto varias teorías:
- Al inhalar contaminantes, estos podrían causar inflamación en los tejidos nerviosos, alterando su desarrollo a lo largo del tiempo.
- El óxido nítrico podría atravesar la placenta y llegar al feto durante etapas cruciales del desarrollo.
- La inhalación de contaminantes podría interrumpir la producción de sustancias químicas como la dopamina y la noradrenalina, fundamentales para la toma de decisiones y el desarrollo cerebral en general.
Finalmente, los investigadores sugieren que el aumento de los casos de autismo en todo el mundo podría deberse, en parte, a una mayor conciencia sobre la enfermedad, lo que ha llevado a diagnósticos más frecuentes.